miércoles, 20 de agosto de 2014

El legado


Caminaron por la India. Ella, joven y linda, con esa magia en su mirada y una sonrisa magnética que la hicieron llevarse puesta todos los miedos del mundo y avanzar libre por casi todos los rincones del planeta. Se conocieron en la India y la recorrieron juntos. Él, un jubilado americano, recientemente viudo de un amor verdadero, en una relativamente buena posición económica y haciendo un viaje de meditación en los ocasos de la vida, con una actitud tan joven como la de ella.

Llegaron al final del camino, donde la vida los separaba muy probablemente para siempre, y se saludaron con un gran afecto y respeto. Ella antes de que se dé vuelta y se vaya le dice:
--Teniendo esa sabiduría intensa de la gente simple, y teniendo los años que tenés tan vividos y llenos de sentimientos curtidos, con tantos golpes, tantos momentos duros y tantas alegrías, te pido por favor que me dejes una enseñanza, una frase, la más importante, la más simple... La frase que me dejarías como una herencia, como un legado.

Él no lo pensó mucho, ni hizo del momento un rito perpetuo, sino que la miró a los ojos y le dijo: 
"Nunca pasa nada".

Y se fue.

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