sábado, 2 de febrero de 2013

El error

Estoy con mi esposa sentado en la plaza. Me encanta cuando nos sentamos en la plaza a ver a nuestros hijos jugar. Le tomo la mano y ella me mira con una sonrisa y me la aprieta. El sol está por todos lados pero no hace calor. Es una tarde increíble, como las que suelo tener con ella y los chicos. Cecilia, mi esposa, me comenta lo grande que están y yo la miro encantado. Cuando vuelvo mi vista para verlos otra vez correr muertos de risa, al costado, pero bien al costado, entre unos árboles en sombra, la veo a Laura.