martes, 31 de mayo de 2011

Tardes de Tandil

Solo me venía a la mente el par de piernas desnudas. Solo eso. Las piernas moviéndose de arriba a abajo enredándose con las mías. Solo eso. Después le di rienda suelta a ese pensamiento y apareció la ventana de mi cuarto, abierta de par en par, las cortinas de liencillo crudo bailando suaves a los costados, el árbol que cubría la mitad del paisaje, y el cielo azul, algún cable cruzando, y el aroma...