viernes, 10 de junio de 2011

Juan, y laconchadetuhermana...!

Llego al taller y me atiende Juan con una sonrisa. "El auto está listo". Excelente noticia. Antes de subirme le pregunto:
--Juan, ¿por qué no andaba la luz del techo, que no se prendía cuando abría las puertas?
--Porque estaba desconectado desde la consola...
--Sí, me lo explicaste por teléfono, pero en qué lugar está el dispositivo para la conexión y desconexión de esa luz...?


Juan me mira, de pie a ocho, diez metros mío, y viene. Abre la puerta, se mete en el auto, mira la lucesita del techo, levanta su puño, estira el dedo índice, y toca el botoncito para prender la luz del techo de cuando se abren las puertas.

--Pero... pero ¿ese es el botón del que me hablabas?
--Sí...
--Pero si yo lo...

Juan me miró con piedad.
--Mirá, igual lo limpié un poco, tal vez estaba sucio y ahora anda.
--Ah... ok, ok. Gracias, Juan.

Después salí a Santa Fe, y clavado en el tráfico de Buenos Aires sentí que en cada semáforo los peatones me miraban comentando por lo bajo "este es el pelotudo al que nunca se le ocurrió tocar el botón de la lucecita del techo de cuando se abren las puertas..."

...y yo los odié.

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